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martes, 11 de diciembre de 2018

Trigésima segunda etapa: Rente-Portomarín



Un agradable despertar en la casa rural en medio de una más que diminuta aldea, y tras el agradable desayuno y charlar un poco con la señora de la casa ya que éramos los únicos desayunando, salimos en busca del guarismo ¡100!
Como los últimos días las primeras horas de la mañana nos acompaña la niebla, algo que es prácticamente diario y normal por la cantidad de bosques entre los que nos encontramos. La etapa es para una buena parte de los caminantes la primera, ya que Sarria se encuentra muy cerca de los míticos y últimos 100 kilómetros, de ahí que aumente significativamente el número de peregrinos, es la distancia mínima que hay que recorrer a pie para ganar la Compostela. La etapa no defrauda en absoluto, ofrece incontables aldeas, buenos ejemplos del románico, pistas vecinales asfaltadas, sendas y corredoiras rurales, puentes medievales y pasarelas rústicas. Algunos tramos están asfaltados, otros, como las típicas "corredoiras", se salvan saltando de piedra en piedra u orillándote si se puede para evitar los pequeños riachuelos de agua y sobre todo el barro que se adhiere a las zapatillas.


















A unos 8 kilómetros del comienzo de la etapa nos encontramos con el mítico mojón que marca ¡100! Kilómetros a Santiago, realmente el 99, 930 porque el mojón de los 100 kilómetros ha desaparecido, nosotros al menos no lo vimos, al parecer por parte de la Xunta de Galicia se hicieron unas nuevas mediciones más afinadas del camino y se retiró el mítico 100 colocándose los nuevos, sea como fuere lo que nos dá es un subidón y ánimo para toda la etapa, a partir de aquí ya solo contaremos distancia a recorrer con dos cifras. 

Etapa que descubre una Galicia que de no ir andando no ves, como decimos más arriba, bosques, pistas, caminos y corredoiras en las que las ya famosas flechas amarillas son esenciales. 

Un fuerte descenso con carteles de indicación de peligroso e inclusive fotografías nos aproxima a la moderna población de Portomarín, (elegimos dar un pequeño rodeo por la carretera de unos 500 metros, ya que por lo que vemos es muy, muy empinada la bajada con piedras resbaladizas y preferimos no arriesgarnos a tener alguna torcedura que nos fastidie el camino), decimos moderna ya que la antigua descansa bajo las aguas del pantano, se alcanza tras cruzar el río Miño por un sólido puente, rematando la etapa el ascenso por una larga escalinata. En la entrada de la villa, pasaremos por un arco del puente viejo sobre el Miño, de origen medieval, fue trasladado desde su primitivo emplazamiento en el antiguo Portomarin. La ciudad medieval de Portomarín desapareció en 1963 bajo las aguas del embalse de Belesar, a la ciudad moderna afortunadamente se trasladaron las edificaciones de más alto valor histórico.


Gran ambiente en sus calles de peregrinos y todos los servicios como una gran ciudad.


viernes, 26 de octubre de 2018

Trigésima primera etapa: Samos-Rente


Como decimos en la entrada anterior hacemos noche en Samos porque queríamos visitar el famoso monasterio. Para la visita por la tarde había un montón de personal tanto de peregrinos como de turistas venidos de ex proceso.
La visita resulto muy agradable por el guía/monje que la realizaba y además fue muy interesante. Curiosísimos los murales que adornan las paredes del Claustro superior. Nos contaron que el edificio sufrió un incendio en 1951 y en 1957 se hicieron las nuevas pinturas murales, en algunas de ellas convenientemente representados aparecen reconocidos artistas de cine la época, una delicia de visita.
Como hemos recortado unos cuantos kilómetros en la etapa anterior por la visita al monasterio programamos esta etapa con unos cuantos kilómetros más y nos iremos a dormir a Rente.
Salimos de Samos por carretera hasta Teiguín, allí un desvío a la derecha nos llevara por minúsculas aldeas y corredoiras, se toma al poco de salir de Teiguín por una senda que surge a la derecha bien señalizada. El tramo discurre por un rosario de pequeñísimas aldeas, que en nuestra opinión es un auténtico placer. Dichas pequeñas aldeas son por este orden las siguientes: Pascais, Gorolfe, Veiga de Reiriz, Sivil y Perros, aunque sí que es cierto que a veces da la sensación de que andamos perdidos, pero es solo eso sensación, porque las flechas amarillas al final te sirven de guía, en eta ocasión con total seguridad, además en esta opción no hay los mojones que van por la otra ruta.

 El tramo, en ascenso, no ofrece mayores dificultades por estar bien señalizado hasta Pascais, a partir de aquí hay que estar atentos, hay que seguir en línea con el cementerio hasta un camino que surge a la derecha y que, en cierto modo invierte el sentido para descender hasta un puente de cemento. La corredoira finaliza en un precioso paraje ribereño, el cual bordeamos. Se cruza el río y por su margen derecha se alcanza Sivil. Lugar que se abandona en cuesta pero pronto llegamos a Perros donde enlazamos con la otra ruta que viene de San Xil y que comentamos en la anterior entrada.

De ahí a Sarria, para muchos peregrinos el kilómetro cero de su peregrinación. Un gran núcleo que hay que atravesar en continuo ascenso, fuerte subida a su salida que si fuera fin de etapa no pasaría nada, pero para nosotros que continuamos es un importante esfuerzo, eso si la calle Mayor que así se llama está llena de ambiente y ofrece un excelente paso, tanto en hostelería como en comercios, Iglesias  y conventos.. Al final se llega a un mirador adornado con un crucero sobre Sarria donde hacer un merecido descanso.
 

 























Continuamos junto a pequeños prados y huertas, pasamos bajo un viaducto para cruzar las vías. Un curso de agua da paso a un duro repecho envuelto por soberbios castaños Algunos tramos están asfaltados, otros, como las típicas "corredoiras", se salvan saltando de piedra en piedra para evitar las corrientes de agua, y continuamos hasta nuestro destino, la aldea de Rente.



El lugar elegido para pasar la noche es idílico, en la aldea de Rente, una casa rural con especial atención, de solo cuatro habitaciones pero con todas las comodidades y con un gran espacio exterior donde pastan vacas, ovejas, gallinas…, hemos visto recolectar miel de las abejas, pasar las vacas por el camino/ carretera como pedro por su casa, ver en acción a los perros pastores pero no de ovejas sino de vacas.... Cenamos divinamente y nos vamos a la cama muy a gusto y ¡sin televisión!, pensando en que mañana pasaremos por el mítico guarismo 100, o sea 100 kilómetros para Santiago.





lunes, 24 de septiembre de 2018

Trigésima Etapa: Viduedo-Samos



Salimos de Viduedo hasta Triacastela, la bajada es continua, en algunos momentos con bastante pendiente y constante, justo al salir de la aldea la panorámica del valle que vamos a empezar a bajar es preciosa.



Al llegar a Triacastela y después de atravesar la larga calle central con todo tipo de servicios, (una vez más una localidad debe su economía fundamentalmente al camino) hay que decidirse, el Camino se bifurca y hay que escoger uno de los itinerarios, ¿Por San Xil o por Samos?. Gran dilema, pues ambos son caminos del máximo interés. Por el valle San Xil se cruza dicen uno de los valles más bonitos de toda la ruta jacobea; por Samos, 7,2 km más largo, atravesaremos espectaculares bosques de robles y castaños a la vera del río Oribio, regalándonos además la visita al extraordinario Monasterio de Samos. 

Elegimos ir por Samos, queremos ver el monasterio y aunque andemos un poco más como dormiremos en Samos no hay problema. Hacemos etapa allí. 

El tramo de la etapa al salir de Triacastela conlleva cierto peligro, ya que es la propia carretera, sin arcenes ni aceras, una vez se abandona ya es otra cosa, a partir de aquí nos vamos a encontrar con la Galicia rural y desconocida, buen número de aldeas de piedra sin apenas gente ni servicios, nada que ver con los pueblos bulliciosos de Castilla, La Rioja o Navarra. 

Empezamos a conocer y a tener que pisar también las famosas “corredoiras”.

San Cristovo, idílica aldea bañada y dividida por el rio aparece en nuestro camino tras alguna fuerte pendiente. 

Ya cerca del final de la etapa, un mirador natural, allá abajo el Monasterio de Samos, destino de nuestra jornada en esta etapa. Otra vez una fuerte pendiente y tras pasar el rio que habremos cruzado en varias ocasiones en la etapa de hoy nos dirigimos a nuestro alojamiento para descansar y visitar por la tarde el famoso Monasterio. Son muy curiosos los murales que adornan la primera planta del claustro del Monasterio, además llevábamos un guía (monje) que fue una delicia durante toda la visita.



Lo que se ven son muchos turismos de personas que vienen de propio a visitarlo.
Pensábamos que Samos sería una localidad más grande, pero no, es evidente que vive a la sombra del Camino y del Monasterio. 





lunes, 3 de septiembre de 2018

Vigésima novena etapa. O Cebreiro a Viduedo


Para salir de Cebreiro se puede ir por el arcén de la carretera o tomar una senda a la izquierda, que discurre por un agradable bosque, y aunque asciende a una pequeña colina, resulta mucho más atractiva esta última alternativa, al cabo de un par de kilómetros se junta ambas alternativas. Nosotros escogemos la alternativa de la senda.
 Si la niebla no lo impide ocultando el valle, ver amanecer desde O Cebreiro, es un privilegio que nos brinda el Camino que no podemos rechazar. Hoy, por fin, nos sumergimos en la tierra gallega, la de la niebla y esa fina lluvia que casi no ves pero que al final te empapa el “orballo”; la de los castros celtas; de infinidad de lomas, bosques de robles, castaños y eucaliptos. De aquí a Santiago 151 kilómetros.

El camino aun despliega latigazos tras la subida al Cebreiro. El primer alto, el de San Roque, a unos 3 kilómetros no tarda en llegar. Al coronarlo y al otro lado de la carretera y ante una amplia panorámica, se alza una colosal y plástica escultura de un peregrino medieval en bronce que avanza contra el viento, las fotos que acompañan a esta entrada aunque no lo parecen están hechas en el intervalo de tiempo que nos lleva descansar un poco tras la subida al alto, nuevamente insistimos, como a lo largo del blog hay que llevar ropa adecuada a todo momento porque la climatología es caprichosa y cambia constantemente.
















Pero la jornada nos depara otra subida más, bastante exigente, el alto del Poio. El alto Do Poio es un suave y continúo ascenso pero los últimos 500 metros, son de una gran, gran dureza, estratégicamente colocados al final de la subida, unos establecimientos de hostelería ayudan a reponerse de un esfuerzo verdaderamente importante.
Desde aquí por hoy ya no subimos más y vamos hacia abajo. Parece que las fuertes subidas se han acabado. Lo que no quiere decir visto el mapa y las guías que no tengamos subes y bajas constantes más adelante.

 

Es el primer día de este año y queremos hacer noche en Samos, por eso reorganizamos los kilómetros, no es una etapa especialmente larga, nos quedamos en Viduedo, en una guías va con “B”, en otras con “V”, en donde son solo unos pocos vecinos (nos dijeron que no pasaban de 20) lo que si  abundan son los rebaños de vacas, bueyes y de caballos, El alojamiento muy agradable y bien cuidado nos reafirma en el impulso económico que el Camino ha dado a estas aldeas y pueblos que de otra manera hubieran desparecido. Como mañana queremos madrugar nuevamente llenamos nuestra cantimploras por la noche con Café y Cola Cao para desayunar porque solo está el bar del alojamiento y este habré más tarde del horario que llevaremos.
En las ocho mesas que hay donde cenamos observamos una vez más la cantidad de extranjeros que realizan el camino, aquí en concreto salvo nosotros el resto son todos extranjeros, es un aspecto que cuando hemos cenado en albergues en horario habitual hemos podido comprobar, escasos españoles y cantidad de extranjeros. Bien es cierto que en todos los sitios nos han dicho lo mismo; mayo, junio y septiembre es fundamental para extranjeros estando julio y agosto copado por españoles.
Ya en nuestros comienzos en Roncesvalles en la misa vespertina del peregrino lo pudimos comprobar, y a lo largo del camino, ya en la Eucaristía de San Juan de Ortega, o en la de Carrión de los Condes, en las vísperas de Rabanal del camino, o en el Cebreiro, lo seguimos viendo, al igual que en el albergue de San Juan de Ortega, en el de  Cebreiro, o el Acebo o Belorado por poner algos ejemplos.

                         





miércoles, 15 de agosto de 2018

Vígesimo octava etapa. El O Cebreiro

Final de etapa de un año y comienzo del siguiente, Hacemos un alto en la explicación del desarrollo de las etapas para explayarnos con este magnífico lugar que tiene algo de especial. 
El Camino de Santiago atrajo numerosos peregrinos hasta mediados del siglo XVI, pero ya en el XVII, la gente comenzó a olvidar al Apóstol y el número de devotos que llegaban a Compostela comenzó a disminuir de forma alarmante, y así continuó los siglos posteriores. Este retroceso tan fuerte de la peregrinación provocó además que los caminos se fueran abandonando por falta de uso.
Esta tendencia cambió a finales de los años 50 del siglo pasado gracias entre otros al Padre Elías Valiña, sacerdote de la parroquia lucense de Cebreiro, que impulsó la restauración del Hospital y Santuario de Santa María del Cebreiro, y renovó la tradicional acogida al peregrino.
Más tarde en los años 70, el Padre Valiña, comenzó a señalizar el Camino de Santiago, y tramo a tramo, fue marcando con flechas amarillas la ruta desde los Pirineos hasta Santiago, después de esta ardua labor, publicó la primera guía sobre el Camino, en los años 80. Lo curioso es que el color no fue una elección meditada, simplemente es que se la regalaron unos camineros que estaban pintando las líneas de las carreteras de la zona, pintura que por aquel entonces era de color amarillo.

Para la historia queda una famosa anécdota protagonizada por el párroco en los Pirineos; tras pararlo la Guardia Civil mientras se hallaba con un bote de pintura amarilla en la mano dibujando llamativas flechas, le preguntaron que qué estaba haciendo en ese paso fronterizo. «Preparando una gran invasión desde Francia», fue la respuesta, aunque tras llevarlo al cuartel se aclaró todo. La convicción personal del visionario párroco y la inversión realizada por él a base de kilos de pintura, guiaron hasta Santiago a miles de peregrinos, en una nueva y redescubierta peregrinación. 

Cuando Valiña comenzó a promover la vía milenaria, el llamado Camino Francés se hallaba en algunos puntos intransitable. Por ello, se decidió a delimitar los tramos originales de la ruta jacobea, tras convencer a alcaldes y a otros párrocos y atraer a la causa a las distintas asociaciones de amigos del Camino de Santiago, los implicó en la tarea de marcar el itinerario. 

Elías Valiña falleció en 1989 de forma prematura, a los 60 años de edad. Su sepultura se puede visitar en la basílica de Santa María la Real de O Cebreiro. Fuera del templo una estatua también rinde homenaje a este hombre que dejó impronta entre los diversos promotores del Camino de Santiago. 

O Cebreiro es una aldea perteneciente a Piedrafita del Cebreiro en la que permanece en pie un conjunto de pallozas o viviendas de piedra con techo de paja, habitadas hasta no hace mucho. Con su iglesia prerrománica, la más antigua de la ruta jacobea conservada en su integridad, que acoge un Santo Grial. Sus campanas sonaban durante los inviernos para orientar a los peregrinos en medio de la niebla. 

Según datos de su ayuntamiento solo hay 18 residentes, pero aparecen en temporada alta casi mil personas cada día, lo que ha supuesto un revulsivo económico para la zona en donde encuentran trabajo muchas personas de los alrededores. 


Cada casa de O Cebreiro es una hospedería, en donde el visitante puede comer y dormir, a nuestro entender quizás esa fama y esa cantidad de personas desvirtué un poco el lugar, vimos llegar a varios autobuses hasta allí, para hacerse la foto comprar y marcharse y quizás también por ello es una zona relativamente cara en comparación con el resto del camino. De igual manera esto influye en el trato al peregrino que es más, mucho más comercial que en el resto del camino y menos personal. 

Se juntan en esta aldea todos los parámetros para recordarla como un lugar especial; todo de piedra, las pallozas, la neblina aun en días veraniegos, su milagro y su Santo Grial, el estar ya en tierras gallegas, el paisaje…y una vez más participamos al atardecer en la misa del peregrino, en un impresionante ambiente religioso y emocionante con multitud de extranjeros, sobre todo alemanes y orientales. 


UN APUNTE SOBRE EL TIEMPO 
En varias entradas en este blog hemos hablado de la climatología, traemos en esta entrada dos fotos muy aclaratorias del tema. 


Las fotos están tomada EN EL MISMO SITIO con un año de diferencia, principios de junio, como se puede apreciar la climatología es completamente diferente. De ahí la importancia de la ropa como ya hemos comentado varias veces en este blog. 












martes, 31 de julio de 2018

Vigésimo séptima etapa. Herrerías-O Cebreiro


Hoy es uno de los días más esperado, el día de la etapa reina, seguramente de las más recordadas a la vuelta de la peregrinación. En ella se abandona León y Castilla para entrar en Galicia, en concreto por la parroquia de O Cebreiro: antigua aldea de pallozas hoy restaurada en aras del turismo.  Nosotros la hemos tenido que dejar muy corta porque finalizada la misma tenemos que volver a casa y hay que tener en cuenta las combinaciones de taxi, autobús y tren y no nos podemos despistar, por eso y para saborearla en profundidad hemos querido recortar kilómetros, ayer dormimos al comienzo de Las Herrerías, el camino cruza el alargado y tranquilo pueblo por la calle Camino de Santiago.
 El ascenso para nosotros, que no para los que vengan de Villafranca no se hace esperar, nada más pasar el barrio del Hospital se inicia el famoso y temido ascenso,  junto al antiguo trazado de la carretera,  por pista asfaltada arrancan las primeras rampas de importante desnivel, que discurren sobre el asfalto, el repecho se mantiene constante durante casi un kilómetro hasta que se llega a un cruce que invita con un mojón a abandonar la carretera y penetrar en una senda aunque se deja enseguida  para cruzar el rio  y comenzar ahora en serio el ascenso, la senda se interna por parajes naturales impresionantes en los que se combinan la alta montaña, los prados ganaderos, los pueblecitos de piedra y los imponentes bosques que anticipan la cercanía de Galicia. Una verdadera belleza. Desde Herrerías a la Faba encontramos las pendientes más fuertes, son unos 4 kilómetros pero hay que tomárselo con muuuuucha calma. El camino no es bonito, es impresionante e increíblemente bonito, realmente, es más un camino de cabras, con piedras grandes y redondeadas, con abundante vegetación, ¡una pasada!.











Unos metros más arriba aparece el primer mojón jacobeo con señalización de distancias. Es el 152.
Y otros cuantos de cientos de metros más el Camino se despide de León, la provincia con más kilómetros de recorrido del Camino Francés: nada menos que 214.4 ¡Por fin pisamos Galicia!.

Con unos fuertes desniveles quizás los más duros de la etapa el  escenario nos acerca hasta La Faba, tras La Faba abandonamos progresivamente la sombra y los fuertes desniveles  para salir a un terreno abierto de pastizales con vistas a los bosques atlánticos, la pendiente resulta más suave, el paisaje cambia por monte bajo y prados abiertos y el arbolado empieza a escasear Las amplias panorámicas influyen en la percepción de la pendiente, que se torna ligeramente  más suave hasta alcanzar el último pueblo de León en el Camino de Santiago Francés, Laguna de Castilla.

Los últimos 1.500 metros nos acercan hasta la iglesia prerrománica de Santa María la Real, que da la bienvenida a O Cebreiro.
El recuerdo permanecerá indeleble al paso del tiempo, gracias a la bellísima, apasionante y temida subida a O Cebreiro, el mayor ascenso del Camino Francés en territorio español. La subida transcurre, en buena parte, por “corredoiras”, con un desnivel de 660 metros a lo largo de 12 kilómetros, aunque el tramo con más pendiente es el de Las Herrerías a Laguna de Castilla, con 480 metros de desnivel en 5,7 kilómetros. Por otra parte, la aldea de O Cebreiro, ya en Galicia, es una pequeña joya, por su emplazamiento.
Etapa como hemos dicho muy corta para nosotros 9 kilómetros, pero que nos lleva más de 3 horas de caminata, en parte por el propio esfuerzo del camino y por las paradas para disfrutar del día y del paisaje.
Para aquellos que lean este blog y que hagan la etapa desde Villafranca que tengan en cuenta la extrema dureza de los 8 últimos kilómetros, y más al final de la etapa.