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viernes, 26 de octubre de 2018

Trigésima primera etapa: Samos-Rente


Como decimos en la entrada anterior hacemos noche en Samos porque queríamos visitar el famoso monasterio. Para la visita por la tarde había un montón de personal tanto de peregrinos como de turistas venidos de ex proceso.
La visita resulto muy agradable por el guía/monje que la realizaba y además fue muy interesante. Curiosísimos los murales que adornan las paredes del Claustro superior. Nos contaron que el edificio sufrió un incendio en 1951 y en 1957 se hicieron las nuevas pinturas murales, en algunas de ellas convenientemente representados aparecen reconocidos artistas de cine la época, una delicia de visita.
Como hemos recortado unos cuantos kilómetros en la etapa anterior por la visita al monasterio programamos esta etapa con unos cuantos kilómetros más y nos iremos a dormir a Rente.
Salimos de Samos por carretera hasta Teiguín, allí un desvío a la derecha nos llevara por minúsculas aldeas y corredoiras, se toma al poco de salir de Teiguín por una senda que surge a la derecha bien señalizada. El tramo discurre por un rosario de pequeñísimas aldeas, que en nuestra opinión es un auténtico placer. Dichas pequeñas aldeas son por este orden las siguientes: Pascais, Gorolfe, Veiga de Reiriz, Sivil y Perros, aunque sí que es cierto que a veces da la sensación de que andamos perdidos, pero es solo eso sensación, porque las flechas amarillas al final te sirven de guía, en eta ocasión con total seguridad, además en esta opción no hay los mojones que van por la otra ruta.

 El tramo, en ascenso, no ofrece mayores dificultades por estar bien señalizado hasta Pascais, a partir de aquí hay que estar atentos, hay que seguir en línea con el cementerio hasta un camino que surge a la derecha y que, en cierto modo invierte el sentido para descender hasta un puente de cemento. La corredoira finaliza en un precioso paraje ribereño, el cual bordeamos. Se cruza el río y por su margen derecha se alcanza Sivil. Lugar que se abandona en cuesta pero pronto llegamos a Perros donde enlazamos con la otra ruta que viene de San Xil y que comentamos en la anterior entrada.

De ahí a Sarria, para muchos peregrinos el kilómetro cero de su peregrinación. Un gran núcleo que hay que atravesar en continuo ascenso, fuerte subida a su salida que si fuera fin de etapa no pasaría nada, pero para nosotros que continuamos es un importante esfuerzo, eso si la calle Mayor que así se llama está llena de ambiente y ofrece un excelente paso, tanto en hostelería como en comercios, Iglesias  y conventos.. Al final se llega a un mirador adornado con un crucero sobre Sarria donde hacer un merecido descanso.
 

 























Continuamos junto a pequeños prados y huertas, pasamos bajo un viaducto para cruzar las vías. Un curso de agua da paso a un duro repecho envuelto por soberbios castaños Algunos tramos están asfaltados, otros, como las típicas "corredoiras", se salvan saltando de piedra en piedra para evitar las corrientes de agua, y continuamos hasta nuestro destino, la aldea de Rente.



El lugar elegido para pasar la noche es idílico, en la aldea de Rente, una casa rural con especial atención, de solo cuatro habitaciones pero con todas las comodidades y con un gran espacio exterior donde pastan vacas, ovejas, gallinas…, hemos visto recolectar miel de las abejas, pasar las vacas por el camino/ carretera como pedro por su casa, ver en acción a los perros pastores pero no de ovejas sino de vacas.... Cenamos divinamente y nos vamos a la cama muy a gusto y ¡sin televisión!, pensando en que mañana pasaremos por el mítico guarismo 100, o sea 100 kilómetros para Santiago.