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domingo, 10 de marzo de 2019

Trigésima tercera etapa: Portomarín-Eirexe


Nos empieza a invadir la impaciencia por llegar a la meta, pero si algo hemos aprendido en el camino es a dar un paso y luego el siguiente, así que aunque las ganas no faltan para andar más kilómetros preferimos seguir con la programación prevista. No se trata de correr una maratón que a estas alturas ya vemos a quien quiere quemar kilómetros y etapas con el ánimo de llegar, y el Camino además de la meta, tiene el paisaje, las gentes, el ambiente, las amanecidas, la niebla, la lluvia, el sol, la naturaleza…, en fin que hay que gozarlo, vivirlo y experimentarlo y no bajar la cabeza como los ciclistas y ¡a correr!.

Tenemos que retroceder por la calle principal para salir de Portomarín hasta bajar por la escalinata, que subimos ayer, del puente antiguo y subir por la carretera hasta un puente de hierro por la cola del pantano, pues hay una antigua pasarela que está cerrada por su mal estado.
El comienzo es de lo más duro de la etapa, hay que atravesar el monte que rodea a Portomarín, es un kilómetro y medio aproximadamente y se suda aun siendo las primeras horas de la mañana, después aunque sin grandes dificultades empieza a ser un sube baja, más sube que baja hasta la mitad de la etapa, en bastantes tramos cercana a la carretera y por andadero, avanzando por zonas rurales y cruzando pequeñas aldeas. Aunque los desniveles son moderados en general, al cabo de unos 9 kilómetros nos encontramos con una fuerte subida, hay quien aún tiene ganas y se desvía a ver un castro romano, nosotros continuamos. A partir de aquí nuestro destino en esta etapa esta hacia abajo.

Más adelante, junto al Camino, se alza el famoso crucero de Lameiros. Es de doble cara y fue colocado en 1670. En un lado está representada la imagen de Cristo y en la otra la Virgen de los Dolores. En la base podemos distinguir unas tenazas, una corona de espinas y una calavera, referentes al calvario de Jesús. Dicen que es uno de los más bellos del camino, creemos recordar que hemos visto otro similar en Boadilla del Camino. Empiezan a aparecer los primeros eucaliptos que más tarde serán bosques.


Una pequeña aldea de no más de ocho casas nos espera, Eirexe, localidad que no está señalada como final de etapa en ninguna guía, pero lo dicho, nosotros tenemos trazada nuestra programación y de momento nos va muy bien con ella.   Como hemos llegado pronto y la señora del albergue es muy amable aprovechamos, aunque aún no lo necesitamos (más vale prevenir ya que nos sobra tiempo) para hacer la colada, después, antes de a la hora de la cena tomamos nuestro cortado de media de tarde, junto a las vacas que aquí andan como pedro por su casa.