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domingo, 11 de agosto de 2019

Trigésima séptima etapa: O Pedrouzo- Santiago de Compostela


Nuestro camino hacia Santiago de Compostela se acaba, apenas 20 kilómetros nos separan para cumplir nuestro reto, la impaciencia nos puede, por ello madrugamos en O Pedrouzo, para llegar pronto a la Catedral. 
Veinte kilómetros tan sólo frente a los cerca de 800 ya recorridos desde nuestro primer día en el Pirineo. Lejos, muy lejos, quedan ya los bosques navarros, las cepas riojanas, la vasta meseta castellana. Incluso los montes de León y el mítico O Cebreiro, Santiago, la plaza del Obradoiro y la catedral, ante la que nos emocionaremos, seguro, se encuentran aquí al lado. 
Nos adentramos en lo que será el último bosque frondoso de eucaliptos de los que en estas últimas etapas hemos pasado varios, la humedad de esta tierra en la que nuevamente la neblina levanta poco a poco hace que el camino este lleno de helechos. Pistas y corredoiras entre frondosos bosques de eucaliptos, pasando por las últimas aldeas, nos llevan a Labacolla, de cuya población toma el nombre el aeropuerto de Santiago. 












Un monolito esculpido con el bordón, la calabaza y la vieira anuncia la entrada en el municipio de Santiago. Dejamos el aeropuerto atrás y nos adentramos en San Paio, allí en frente de su iglesia vemos varios puestos de suvenires del Camino de Santiago, parece que ya queda menos para llegar y el negocio del camino se acentúa. 
Subimos un fuerte repecho y nos encontramos con un camino que se pierde en el horizonte, antes de llegar pasamos por delante de la puerta de un camping que esta hasta la bandera y así llegamos hasta la Rúa de San Marcos que es la que nos lleva hasta el Monte do Gozo, allí a falta de 5 kilómetros para llegar a Santiago se encuentra un monumento que fue construido en el año del Xacobeo 1993. La emoción no corre paralela al escenario final, un aeropuerto, carreteras de circunvalación, urbanizaciones…incluso el Monte del Gozo ocupado ahora por el cercano albergue de peregrinos, el más grande de todo el Camino que es capaz de albergar hasta 300 personas un año normal y hasta 800 en un Xacobeo, y la ciudad de vacaciones Monte del Gozo.

Pasamos por el monumento, y paramos en la capilla de San Marcos, es la última ermita, la última capilla, el último momento de oración antes de llegar a Santiago. 
Retomamos el Camino, bajamos hasta un tramo de escaleras, acto seguido salvamos por un puente la autovía y las vías y entramos en las calles cuyos nombres han resonado tantos días en nuestras cabezas, de frente rúa San Lázaro, enlazamos con la rúa do Valiño, rúa das Fontiñas y rúa dos Concheiros, , la emoción nos envuelve pues nuestro destino está cerca ya, solamente 1 kilómetro nos separa de la gloria, apenas nadie se fija en el paso de dos peregrinos más, pero nosotros sentimos millones de aplausos en lo más íntimo de nuestro corazón. 


Tras la rúa de San Pedro, por el lugar donde se encontraba la Porta do Camiño entramos en el casco histórico por la rúa das Casas Reais, La rúa da Acibechería nos traslada a la plaza da Inmaculada, y finalmente entramos bajo el Arco del Palacio por un pasadizo, donde se reúnen a tocar los músicos callejeros, para acceder a la Plaza del Obradoiro, donde la aventura termina, nos quitamos la mochila nos sentamos en el suelo de la Plaza del Obradoiro, después las fotos de rigor, y disfrutar del ambiente con multitud de peregrinos llegando y nos encaminamos al centro mismo de la plaza. Es difícil no emocionarse. Llegar a Santiago de Compostela como peregrino es una experiencia inigualable. La emoción y los sentimientos que nos embargan, no se pueden describir, atrás quedaron la dureza y grandeza del Camino con todas sus vivencias. Nada es comparable.







Hasta aquí ha llegado nuestra aventura,algo que yo nunca pensé que podría hacer
Pero que al final, empiezas y un paso te lleva a otro y así hasta conseguir la meta.
SANTIAGO.

jueves, 1 de agosto de 2019

Trigésima sexta etapa: Arzua-O Pedrouzo


Intensa lluvia por la tarde que esperamos que a la mañana mejore, como así ha sido.
Como es habitual en la parte gallega, los bosques frondosos dejan pasar escasa luz a las horas que comenzamos la etapa. Los árboles tienen gruesos troncos y las ramas se retuercen y adquieren formas. A veces parece como si algo mágico se estuviese escondiendo a tu alrededor... en cualquier momento esperamos que aparezcan las meigas. En un momento dado el camino va a dar a una aldea prácticamente despoblada , presidida por una iglesia que se alza de manera inseparable junto a un cementerio gris; silencio sepulcral. A pesar de la cantidad de gente que vamos viendo, en esta etapa caminamos muy solos, ¿será por la hora? ¿Será o la climatología, que ha retrasado la salida de peregrinos?… nadie, solo nosotros, la iglesia, el cementerio….y siluetas caprichosas entre la niebla y más con la humedad de anoche.


Gran parte de la etapa la pasamos saliendo de un bosque y entrando en otro, bosques de robles y eucaliptos y prados, corredoiras entre los bosques lo que la hace más entretenida que otras como por ejemplo la de ayer. No son pocas las aldeas que atravesamos en esta etapa, no las contamos pero pasan de la docena.

Se nota ya la cercanía de la meta, en donde pernoctamos hay donde elegir sin problema tanto para comer como para dormir. El camino no pasa propiamente por el centro de localidad es necesario hacer un pequeño desvío para entrar, nada que suponga alguna dificultad a estas alturas del camino.



¡Última noche en el camino!, mañana descansaremos en Santiago.