Como es habitual en la parte gallega, los bosques frondosos dejan pasar escasa luz a las horas que comenzamos la etapa. Los árboles tienen gruesos troncos y las ramas se retuercen y adquieren formas. A veces parece como si algo mágico se estuviese escondiendo a tu alrededor... en cualquier momento esperamos que aparezcan las meigas. En un momento dado el camino va a dar a una aldea prácticamente despoblada , presidida por una iglesia que se alza de manera inseparable junto a un cementerio gris; silencio sepulcral. A pesar de la cantidad de gente que vamos viendo, en esta etapa caminamos muy solos, ¿será por la hora? ¿Será o la climatología, que ha retrasado la salida de peregrinos?… nadie, solo nosotros, la iglesia, el cementerio….y siluetas caprichosas entre la niebla y más con la humedad de anoche.
Gran parte de la etapa la pasamos saliendo de un bosque y entrando en otro, bosques de robles y eucaliptos y prados, corredoiras entre los bosques lo que la hace más entretenida que otras como por ejemplo la de ayer. No son pocas las aldeas que atravesamos en esta etapa, no las contamos pero pasan de la docena.
Se nota ya la cercanía de la
meta, en donde pernoctamos hay donde elegir sin problema tanto para comer como
para dormir. El camino no pasa propiamente por el centro de localidad es
necesario hacer un pequeño desvío para entrar, nada que suponga alguna
dificultad a estas alturas del camino.
¡Última noche en el camino!, mañana
descansaremos en Santiago.
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