Hace ya algún tiempo hicimos el Camino de Santiago empezando en Roncesvalles, como aragoneses que somos se nos quedó clavada la espinita de hacer el tramo aragonés hasta su confluencia con el navarro en Puente la reina, así que parte de las vacaciones del pasado año las dedicamos a esta idea.
Una vez finalizada el tramo que es cuando escribimos estas especies de crónicas sacamos varias conclusiones que ya comentamos en la primera etapa del tramo aragonés y que no vamos a repetir hasta el final del tramo por no hacernos pesados.

ETAPA ARTIEDA - UNDUES.
Largas y agotadoras son estas etapas aragonesas en comparación con la bajada por el tramo Navarro.
Salimos de Artieda amaneciendo porque presuponemos por lo leído que la etapa va a ser dura, como así constataremos al final de ella. No hace falta desandar parte del camino de ayer, ya lo habíamos estudiado por la noche, tras de nuevo como días anteriores una fuerte pendiente nos coloca en el camino dicen que nuevo, porque el pantano de Yesa destruyo el original, esta primera parte de la etapa no presenta ninguna dificultad, es más al rato entramos en una senda por el bosque muy recomendable y muy agradable que prácticamente nos lleva a Ruesta, pasando antes por la ermita de San Juan, afortunadamente bien protegida.
Ruesta pueblo-fortaleza, núcleo importantísimo en antaño y que hoy no queda más que ruinas y un par de casas reconstruidas como albergue. El pasar por el medio de sus ruinas te apesadumbra y ves como la civilización moderna ha destruido el modo y vida de cientos de años. De Ruesta nos despedimos con un empinado descenso en dirección a Las ruinas de lo que fue camping que se encuentra en la hondonada. Tras cruzar dicha zona, se empieza a subir primero por una senda forestal, pasamos junto a la ermita de Santiago, templo románico abandonado a su suerte. Al paso por la ermita le toma el testigo una pista forestal, que se encargará de guiar nuestros pasos en la subida a Peña Musera, no hay pérdida, un permanente y prolongado ascenso nos conduce hasta una altiplanicie.
Dice el refrán “cobra buena fama y échate a dormir”, pues eso…, muchos montes del camino llevan fama de duros, pero creemos que esta subida es para colocarla entre las peores, larga, muy empinada en ocasiones, sin una sola gota de agua ni fuente por el camino, sin sombra apenas aunque pasas por zona boscosa, son cuatro kilómetros realmente duros. Ni el puerto del Perdón, ni el techo de Mostelares, ni Monjardin, quizás los montes de Oca, o la etapa de Porto Marín sea lo más parecido, pero desde luego engaña en todas las guías que habíamos consultado. A la altiplanicie llegas pero como decimos tras la dura subida.
Comenzamos a descender por un terreno abierto. Undúes de Lerda aún dista cinco kilómetros En un punto dejamos la pista, ya se puede ver Undués de Lerda al otro lado, de nuevo una empinada vaguada, de tal modo, que un fuerte descenso seguido de un duro repecho es el remate de este tramo y encaramos el descenso a la vaguada que nos lleva a Undues por una trocha. Tras un tramo de incomoda calzada romana se nos exige un último importante esfuerzo para entrar en Undués, un esforzado repecho.
Una etapa dura por engañosa a partir de la mitad donde se sigue la tónica del camino aragonés, ningún núcleo de población donde descansar avituallar o reponer fuerzas (salvo el rustico bar de Ruesta). Esta etapa nos demuestra una vez más lo que hemos indicado a lo largo de este blog en el relato de nuestro caminar en el camino, hay que intentar programarse o de lo contrario te expones a llevarte alguna que otra sorpresa.
En esta etapa como decimos no hay nada, ABSOLUTAMENTE NADA entre Artieda y Ruesta y NADA ABSOLUTAMENTE NADA entre Ruesta y Undues, por lo que según como te organices, te puedes encontrar con tener que hacer al final del día otros 7/8 km de propina, y desde luego para quien haya hecho el camino o sepa lo que significa eso después de andar unos 25 Km comprenderá lo que estamos diciendo, largos tramos sin avituallamiento, y además, pocos lugares donde guarecernos del sol.
Tras asearnos descansar y reponer fuerzas, nos vamos a las piscinas que es el único bar del pueblo salvo el del alberge, pedimos un café y ¡DIOS! no tienen cafetera, esto es Aragón y lo demás tonterías.
Cenamos muy bien en el bar del albergue, son muy amables, como somos los únicos (por no mentir hay un extranjero), nos dicen que vayamos pronto a cenar para poder cerrar antes, se quejan de los pocos peregrinos que siguen este tramo que ha obligado a cerrar por ejemplo el albergue de Izco. Más adelante nos enteraremos que también el de Olcoz ha cerrado.
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