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martes, 10 de julio de 2018

Vigésimo sexta etapa: Villafranca del Bierzo-Herrerías


La montaña llega al Camino de Santiago.

Hoy es el día de la etapa reina, seguramente de las más recordadas del camino, si bien nosotros por cuestión logística dejamos lo mejor de la etapa para mañana. Una etapa que nosotros dividimos en dos por cuestión como decimos de logística. Como hemos dicho ya en alguna entrada, por cuestiones personales, trabajo, vacaciones, etc… no hemos podido hacer el camino en una sola vez. Así que mañana finalizamos otro tramo del camino y debemos calcular bien el tiempo, debemos llegar pronto para empalmar los diferentes medios de trasporte, primero taxi, luego autobús, para acabar tren convencional y luego AVE, que nos dejaran ya de madrugada en nuestra casa.
 Aquí abandonaremos León y Castilla para entrar en Galicia, en concreto por la parroquia de O Cebreiro: antigua aldea de pallozas hoy restaurada en aras del turismo.
El ascenso duro se hace esperar y no es patente para nosotros hoy ya que finalizamos en Las Herrerías, será mañana cuando sobrepasado el barrio de Hospital lo notemos. A partir de aquí el camino se endurecerá, se hará más empinado y comenzara la ascensión real a O Cebreiro, bien podría decirse que el inicio de la verdadera ascensión comienza aquí en las Herrerias.

Desde Ruitelán a Las Herrerías se aprecia ya la pendiente, que sin llegar a ser pronunciada aumenta de forma considerable. Tras cruzar un puente romano se llega a este bucólico pueblo caminero (cuatro casas actualmente, pero cuatro, cuatro, ni una más), que debe su nombre a las herrerías en las que se trabajaba este metal. Nos da la impresión que al estar “tan cerca” de O Cebreriro, con la construcción de la autovía y la perdida de los talleres que antaño tenía, con el tiempo ha ido perdiendo importancia aunque sea de paso obligado. Nosotros nos quedamos en él. Vemos que aquí alquilan caballos para salvar el fuerte repecho que sube a O Cebreiro.

Hoy son 18 largos kilómetros por el arcén de la carretera N-VI, y por la antigua carretera nacional. La apertura de la autovía las dejo casi sin tráfico lo que permitió crear un andadero que permite ir rápido y seguro pasando localidades, agradables para el peregrino, por ser poblaciones que casi conservan todo el sabor primitivo. A lo largo de la etapa pasaremos por debajo de unos impresionantes puentes y pilares construidos para la autovía que salva los fuertes desniveles que antaño tenían que realizar los vehículos en el famoso puerto de Piedrafita para entrar o salir de Galicia.

A pesar de no tener mucho donde elegir para la cena, acertamos de pleno y en un pequeño bar/restaurante al borde de la carretera/camino cenamos muy bien y muy económicamente, con una amabilidad extrema, se nota enseguida aquellos sitios en los que no pernoctan muchos peregrinos, a menos peregrinos, más amabilidad.
Tras un agradable paseo por la carretera prácticamente desierta nos vamos a descansar pensando en la etapa de mañana, esperamos que cumpla con las expectativas.

 


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