La montaña llega al Camino de
Santiago.
Hoy es el día de la etapa reina,
seguramente de las más recordadas del camino, si bien nosotros por cuestión
logística dejamos lo mejor de la etapa para mañana. Una etapa que nosotros
dividimos en dos por cuestión como decimos de logística. Como hemos dicho ya en
alguna entrada, por cuestiones personales, trabajo, vacaciones, etc… no hemos
podido hacer el camino en una sola vez. Así que mañana finalizamos otro tramo
del camino y debemos calcular bien el tiempo, debemos llegar pronto para
empalmar los diferentes medios de trasporte, primero taxi, luego autobús, para
acabar tren convencional y luego AVE, que nos dejaran ya de madrugada en
nuestra casa.
Aquí abandonaremos León y Castilla para entrar
en Galicia, en concreto por la parroquia de O Cebreiro: antigua aldea de
pallozas hoy restaurada en aras del turismo.
El ascenso duro se hace esperar y
no es patente para nosotros hoy ya que finalizamos en Las Herrerías, será
mañana cuando sobrepasado el barrio de Hospital lo notemos. A partir de aquí el
camino se endurecerá, se hará más empinado y comenzara la ascensión real a O
Cebreiro, bien podría decirse que el inicio de la verdadera ascensión comienza
aquí en las Herrerias.
Desde Ruitelán a Las Herrerías se
aprecia ya la pendiente, que sin llegar a ser pronunciada aumenta de forma
considerable. Tras cruzar un puente romano se llega a este bucólico pueblo
caminero (cuatro casas actualmente, pero cuatro, cuatro, ni una más), que debe
su nombre a las herrerías en las que se trabajaba este metal. Nos da la
impresión que al estar “tan cerca” de O Cebreriro, con la construcción de la
autovía y la perdida de los talleres que antaño tenía, con el tiempo ha ido
perdiendo importancia aunque sea de paso obligado. Nosotros nos quedamos en él.
Vemos que aquí alquilan caballos para salvar el fuerte repecho que sube a O Cebreiro.
Hoy son 18 largos kilómetros por
el arcén de la carretera N-VI, y por la antigua carretera nacional. La apertura
de la autovía las dejo casi sin tráfico lo que permitió crear un andadero que
permite ir rápido y seguro pasando localidades, agradables para el peregrino,
por ser poblaciones que casi conservan todo el sabor primitivo. A lo largo de
la etapa pasaremos por debajo de unos impresionantes puentes y pilares construidos
para la autovía que salva los fuertes desniveles que antaño tenían que realizar
los vehículos en el famoso puerto de Piedrafita para entrar o salir de Galicia.
A pesar de no tener mucho donde
elegir para la cena, acertamos de pleno y en un pequeño bar/restaurante al
borde de la carretera/camino cenamos muy bien y muy económicamente, con una
amabilidad extrema, se nota enseguida aquellos sitios en los que no pernoctan
muchos peregrinos, a menos peregrinos, más amabilidad.
Tras un agradable paseo por la
carretera prácticamente desierta nos vamos a descansar pensando en la etapa de
mañana, esperamos que cumpla con las expectativas.

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