Páginas

viernes, 27 de abril de 2018

Vigésima tercera etapa: Rabanal del Camino- El Acebo



 Rabanal del Camino- El Acebo                                        

Pues bien temprano con las primeras luces del alba empezamos esta etapa, una bella etapa, con fuertes desniveles y un nuevo paisaje, ya es la alta montaña leonesa.
Confirmamos lo observado en la etapa anterior sobre lo generoso del camino con los pueblos de esta zona, Foncebadon pueblo que se ve ha estado abandonado tiene hoy restaurante, posada, albergues (hasta cuatro), pequeñas tiendas…lo atravesamos por lo que aún son ruinas de la antigua calle Real, a partir de aquí parece que en vez de calle Mayor todas serán calle Real por aquello de la peregrinación de Felipe II que comentamos en la etapa de Rabanal.
Desde el comienzo de la etapa nada más salir de Rabanal, hay importante desniveles La etapa hasta la Cruz de Hierro será un constante subir, es aquí donde según la tradición el peregrino tira una piedra a la base de la cruz para pedir protección en el viaje, estamos en la cota de mayor altitud del camino (1504 metros). El lugar es uno de los más míticos y emblemáticos del camino, aún hay que subir un poquico más. La historia dice que la levantó un ermitaño como punto de acogida y para guiar a los peregrinos.



Además de los cantos rodados observamos todo tipo de enseres allí dejados; pulseras, collares, zapatillas, hojas de papel con escritos, paquetes de tabaco con mensajes dentro…¡hummmm!, esto no nos gusta tanto, desvirtúa el auténtico valor de la Cruz, de su significado a través de los siglos, de su parte emocional y religiosa nos tememos que convirtiéndola en una imagen demasiado turística.
Luego un prolongado y fuerte descenso por la otra ladera del Monte Irago, Estamos cruzando los Montes de León, barrera natural entre las comarcas de la Maragatería y El Bierzo. El camino por esta parte se hace difícil; a veces está tallado sobre grandes rocas, lo cual produce una superficie arisca e irregular, hay un momento en que es más cómodo caminar por el arcén de la carretera comarcal, que por el camino que corre paralelo a ésta, y que a veces se separa de ella unas decenas de metros ganando altura, estrechándose y serpenteando entre matojos y ramas plagados de grandes piedras .Caminamos por las crestas de las montañas; allí abajo, al fondo, se ven valles, pero se ven tan lejos que parece que vamos a tardar una eternidad en llegar a ellos. En uno de ellos se encuentra El Acebo. Con paciencia vamos bajando hasta él.
Y a unos 500 metros antes de llegar, un dolor ya conocido por no ser la primera vez asoma en el cuerpo del componente masculino de este equipo, ¡le está dando un cólico al riñón!, los 500 metros se hacen eternos hay que parar cada 15/20 metros, lo único bueno que tiene es que se sabe lo que es, por lo que a pesar de la angustia no es para asustar demasiado si evoluciona como viene siendo normal. A la llegada todos los tramites los hace el componente femenino del equipo, el del cólico no está para bromas, es más, la componente femenina,¡tiene que cargar con las dos mochilas!.
Medicación (calmantes), buen baño, en este caso ducha Ya que no tenemos  bañera con el agua lo más caliente que se pueda aguantar y el mayor rato posible, beberse más de dos litros de agua y a reposar, a última hora de la tarde parece que el cólico remite y hemos salvado los muebles (a quien no le haya dado nunca un cólico, no sabe lo que se pierde…), es broma, no sabe el dolor tan fuerte que es, por algo lo llaman el parto del hombre.
Al margen de la anécdota, bonito pueblo que igualmente se atraviesa por la que dicen calle más pintoresca de la provincia de León, la calle Real, (una vez más este nombre), otro pueblo resurgido a raíz del camino, a rebosar de peregrinos y establecimientos de hostelería, entramos en el Bierzo.
Nos vamos a la cama con la esperanza que el cólico sea solo una anécdota más del día, mañana veremos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario